La contradicción principal respecto a la cuestión de la paz, para quien hoy quiera representar los intereses inmediatos y en prospectiva del proletariado y de las masas populares, es aquella con las posiciones políticas de esos grupos y de esos sujetos que niegan que en Ucrania se está llevando a cabo una guerra inter-imperialista.
Sostener que la guerra en curso sea una guerra de agresión del imperialismo occidental y de la OTAN contra Rusia o, viceversa, sostener que se trate de una agresión de Putin contra un libre Estado soberano, significa de hecho negar el carácter inter-imperialista de tal guerra. Significa poner en primer plano aspectos reales, pero secundarios y poner en segundo plano o pasar por alto la cuestión principal.
La cuestión que determina todas las otras es la de la naturaleza de la guerra en curso. Plantear mal esta cuestión lleva inevitablemente al chovinismo, o sea a una política reaccionaria. Una política que fomenta puntos de vista y sentimientos belicistas, nacionalistas y racistas y que divide en Italia, en Europa y en el mundo el proletariado y las masas populares y las lleva a subordinarse obtusamente a los intereses y a los enredos de uno u otro imperialismo, que favorece de hecho, más allá de las mejores y más santas intenciones, el fascismo-populismo o el más cubierto y retorcido rojo-oscurismo de “izquierda”.
No hay ninguna lucha real por la paz contra esta guerra reaccionaria, que es un ulterior pasaje hacia el estallido de la III guerra mundial, sin contemporáneamente una lucha a fondo contra el chovinismo imperialista.
La lógica, el espíritu, los intereses que hoy mueven el imperialismo norteamericano y europeo por un lado, con el obvio séquito de Estados y estaduchos reaccionarios, y el imperialismo ruso y chino por el otro, con los respectivos aliados, es la misma. La crisis general terminal del imperialismo acentúa al extremo las miras expansionistas de estas potencias que aspiran al dominio del mundo entero. Esta es la causa de la guerra en Ucrania, guerra que ya significa un enfrentamiento directo entre bandos imperialistas opuestos.
Al proletariado y a las masas populares de todo el mundo se necesita decirle que ponerse en las manos de uno u otro imperialismo es una via miope y suicida, además de una vil traición del internacionalismo proletario, que pone en primer lugar, contra los varios capitalismos monopolistas de las diversas potencias, la unidad del proletariado y de las masas populares por la revolución mundial, el socialismo y el comunismo.
Sin este mensaje, esta propaganda, este tipo de actividad, no puede haber desarrollo de la conciencia de clase, no puede haber o no se pueden construir partidos efectivamente comunistas o sindicatos realmente de clase.
Si la manifestación del 5 de marzo en Roma fue el ejemplo, detrás de las charlas sobre la paz y sobre el desarme, de una propaganda nacionalista, socialfascista y chovinista al servicio del imperialismo norteamericano, europeo e italiano, evidenciada también por la coloración amarillo-azulosa de la iniciativa, no hay duda de que, sobre la otra vertiente, la apología del imperialismo ruso o del imperialismo chino represente la forma actual del nacionalismo del cual es portador el “soberanismo de izquierda”.
Reivindicar la salida de Europa y de la OTAN sin aclarar que Italia es un país que puede realmente oponerse a la guerra inter-imperialista y volverse efectivamente independiente, bajo el perfil nacional, solo con un sistema de poder y de gobierno democrático, popular y antifascista sobre la via del socialismo, significa querer salvaguardar los intereses de la Italia imperialista, llevándola a la órbita del imperialismo ruso y del imperialismo chino. Significa trabajar para hacer pasar a Italia de una forma de dependencia de EE.UU y de los principales países europeos, a otra forma de dependencia, de opresión y de tendencia al fascismo desplegado. Solo una nueva resistencia puede hoy asegurar una real oposición a la guerra, un nuevo proceso democrático constituyente, una salvaguardia real de los intereses económicos-sociales inmediatos de la clase obrera y de los estratos menos privilegiados de los jóvenes y de la pequeña burguesía, y una efectiva independencia nacional. La palabra de orden para la lucha contra la guerra inter-imperialista hoy es la de un frente popular antifascista contra la guerra por un gobierno popular que imponga estos puntos programáticos. Los comunistas, los antifascistas y los sinceros democráticos deben unirse para sostener este enfoque y desarrollar una iniciativa conforme entre los trabajadores, los jóvenes y donde quiera que estén presentes iniciativas y movilizaciones de masa sobre las cuestiones de la guerra y de la paz.
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