25 de abril: llamado por la formación de comités contra el fascismo para la democracia popular

El gobierno de Meloni abrió una nueva y diversa fase en la vida política y social de nuestro país. La instauración de este gobierno es índice de un salto cualitativo en los procesos de corporativización y fascistización de la forma estatal y de un posterior sometimiento político-militar a potencias como los EE.UU y Alemania.

Es un gobierno que marcha velozmente en dirección de una mayor implicación de Italia en la guerra interimperialista en curso en Ucrania; que ataca posteriormente las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y de las masas populares; que alimenta la represión en lo concerniente a las luchas de los trabajadores, de los jóvenes y de los movimientos de oposición; que tiene en programa a corto plazo un giro autoritario presidencial para sancionar su transformación en régimen; que no pierde ocasión para burlarse y manchar la Resistencia Antifascista; que pone en curso y prepara nuevos pesados ataques a los derechos y a las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres; que se replantea hacer avanzar orgánicamente los procesos de integración de los sindicatos confederales  y alternativas en una nueva forma de los sistemas de la representación política; que en nombre de una nueva modernización y de la superación de la fase de las privatizaciones se apresta a desarrollar una reestructuración económica y financiera que hará pagar a las masas populares y a pequeños ahorradores la crisis de los institutos financieros y de las empresas, que amenaza de un día al otro de irrumpir catastróficamente.

De frente a todo esto se necesita tomar distancia de quien sostiene, en la izquierda radical, en la extrema izquierda y en los movimientos del sindicalismo alternativo y de oposición, que el gobierno de Meloni es un “gobierno como todos los otros”. En primer lugar no es del todo verdadero que no haya habido diferencia entre un gobierno y el otro porque los gobiernos en la medida en que se sucedieron, empeoraron cada vez más las condiciones de vida de las masas populares, avanzando cada vez más en dirección del fascismo. En segundo lugar este gobierno es el primer gobierno desde la posguerra hasta hoy, que ve al centro un partido como Hermanos de Italia, que es un directo heredero del fascismo mussoliniano. Además se trata de un gobierno políticamente homogéneo que tiene todas las cartas para realizar los proyectos que se propone.

En la fase conclusiva de la segunda guerra mundial, la gran Resistencia Antifascista no pudo proceder con el desarrollo de la revolución democrático-popular. Respecto a esto son enormes las responsabilidades del Partido Comunista Italiano guiado por el grupo dirigente de Togliatti, que desvió el camino de la Resistencia Antifascista hacia el objetivo de la conquista de un aborto de democracia burguesa y hacia la instauración de un sistema y de una carta constitucional que conciliaba, en el plano formal, los intereses de la gran industria, de la alta finanza y de las rentas semifeudales, con los intereses de las masas populares. De hecho sin embargo los pocos reflejos de las aspiraciones y de los intereses de estas últimas presentes en la Constitución, no se tradujeron nunca en medidas reales y en cambios efectivos.

Nuestro país tiene una larga tradición de luchas obreras, campesinas, populares y estudiantiles que tuvieron modo de expresarse en su forma más alta con el bienio rojo (1919-1920), la Resistencia Antifascista y los movimientos de los años Sesenta y Setenta. Entre estos tres momentos fue la Resistencia la que se acercó más a la instauración de un poder y de una democracia representativa de los intereses y de las aspiraciones de la clase obrera y de las masas populares. Este momento marcó irreversiblemente la historia de nuestro país y por casualidad hoy el problema de una Nueva Resistencia y de un nuevo Estado de Democracia Popular regresan al orden del día, puestos en primer lugar por la aceleración, de parte del gobierno a cargo, de un proceso de fascistización que se prolonga desde hace décadas. Un proceso que en realidad encuentra sus raíces en los años inmediatamente sucesivos a la segunda guerra mundial, con la sustancial recomposición de las fuerzas residuales del régimen fascista y de la monarquía en el marco de un sistema parlamentario multipartidista ya distante y sustancialmente diverso, en sentido peyorativo, de los ordenamientos demo-liberales que se desarrollaron en varios países y en varias fases del siglo XIX, hasta la salida de la crisis general del capitalismo a caballo de los años Treinta del siglo pasado.

La historia de nuestro país está marcada por los crímenes perpetuados contra el proletariado y las masas populares por las clases reaccionarias dominantes, por su Estado y por las fuerzas políticas, sociales e intelectuales que les sirvieron y apoyaron.

Sostener, sobre todo en presencia de estadios embrionales de un nuevo régimen fascista, que sea posible restaurar un estado democrático de tipo liberal es por tanto no solo utópico y veleidoso, sino también un verdadero y propio enredo político e ideológico que excluye y debilita la necesaria batalla antifascista.

La gravedad de la situación actual impone que en todas las fuerzas de la izquierda radical, de la extrema izquierda y de los movimientos sindicales y de oposición se afirme la conciencia de la necesidad de una Nueva Resistencia. Esto también a costo de proceder a oportunas divisiones. Se está volviendo cada vez más evidente que en todas estas fuerzas y en estos movimientos están presentes y a menudo componentes hegemónicos que no quieren poner en primer plano la lucha contra la guerra inter-imperialista en curso (entre el imperialismo de EE.UU y europeo por un lado y aquel ruso y en perspectiva chino por el otro), la lucha contra el fascismo y aquella en defensa de los intereses económicos y políticos inmediatos del proletariado y de los estratos bajos e intermedios de la pequeña burguesía.

Hoy es necesario promover un movimiento de masa organizado, formado por organismos difundidos sobre el territorio, en los puestos de trabajo, en las escuelas y en las universidades, capaz de unir la lucha contra el fascismo y el imperialismo a la prospectiva de la realización de un programa capaz de heredar las partes mejores de la Constitución italiana. Todo en función y preparación política, ideológica y organizativa de una Nueva Resistencia por un Nuevo Estado Antifascista de Democracia Popular.

Invitamos por tanto a todos los comunistas y los antifascistas a discutir y converger respecto a la propuesta-llamado por la formación de comités contra el fascismo para la democracia popular.

En lo que nos concierne trataremos de dar toda nuestra contribución a la realización de tal propuesta.

Email para contactos y adhesiones: nuovaegemonia@protonmail.com

http://www.nuovaegemonia.com

NUEVA HEGEMONÍA

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