La crisis general del capitalismo acentúa la contradicción entre imperialismo y pueblos oprimidos, las contradicciones inter-imperialistas y aquellas entre burguesía y masas populares al interior de los mismos países imperialistas.
Los pueblos oprimidos por el imperialismo y sometidos al capitalismo burocrático, que constituyen la mayor parte de la población de la humanidad, están en una situación sin vía de salida a causa de la misma imposibilidad de dar vida a un efectivo capitalismo industrial de base nacional. En estos países la revolución proletaria por la Nueva Democracia está en todas partes al orden del día. Fuerzas revolucionarias y partidos marxistas-leninistas-maoístas se encuentran en posiciones de vanguardia en las revoluciones en curso y trabajan para determinar las condiciones subjetivas, en la lucha contra el oportunismo y el revisionismo, para el desarrollo de nuevos procesos revolucionarios.
La guerra en curso en Ucrania representa objetivamente el final de la fase del choque directo entre la superpotencia de los EE.UU y las potencias imperialistas por un lado, y el imperialismo ruso y el socialimperialismo chino por el otro. La tercera guerra mundial ya inició y la primera gran batalla relativa a este choque directo está dando precisas indicaciones de lo que será muy probablemente el curso sucesivo de la guerra. Estamos asisitiendo, si bien con el empleo de nuevas técnicas y tecnologías, a una nueva guerra de posición, que parece hoy remitir a una reedición, a escala más bien general y devastante, de la primera guerra mundial. Los tiempos relativos al desarrollo, al curso y a la concusión de tal enorme conflicto parecen entonces particularmente largos.
En los países imperialistas, iniciando por esos más débiles y marginales como Italia, desde finales de los años Veinte del siglo pasado se puso en marcha un proceso de transformación en sentido oligárquico de los sistemas de la representación política, que llevaron o directamente al fascismo o al agotamiento de las residuales libertades democrático-burguesas en dirección de un liberalismo reaccionario y corporativo. Con el final de la segunda guerra mundial todo esto se acentuó bajo la hegemonía y el dominio del imperialismo americano. En Italia el resultado de la resistencia antifascista estableció la interrupción de la revolución democrática-popular antifascista sobre la vía del socialismo. Se trataba de una nueva vía a la revolución proletaria adecuada a las condiciones relativas a la crisis general del imperialismo y al desarrollo del capitalismo monopolista (público y privado de Estado), después de esa de Octubre del ’17 y después de la tentativa del bienio rojo. La acentuación de la crisis general del capitalismo en los primeros años Setenta bloqueó el camino a los movimientos de lucha de las masas proletarias y estudiantiles que, también a causa de la hegemonía de posiciones y tendencias erróneas, no pudieron escaparse del economicismo, al movimientismo, al militarismo y a las ilusiones en la presunta democracia burguesa. El viraje reaccionario que se afirmó con el final de los años Setenta reabrió una transición molecular, ya sea sobre el terreno de la corporativización y fascistización del Estado que sobre ese del ataque a fondo a las condiciones de vida y de trabajo del proletariado y de los diversos sectores de las masas populares, a la actual situación marcada por la afirmación del gobierno de extrema derecha encabezado por los directos herederos del régimen mussoliniano. Un gobierno que se dirige a poner en curso las posteriores reformas institucionales necesarias para su transformación y cristalización en régimen.
Guerra contra los pueblos oprimidos, guerra inter-imperialista, fascismo, aplastamiento de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera y de las masas populares, representan una situación que indica objetivamente que el sistema imperialista se está dirigiendo hacia una crisis terminal. La revolución mudial es por tanto la tendencia principal.
La construcción de partidos marxistas-leninistas-maoístas, que sepan asumir en primer lugar el maoísmo como tercer estadio de desarrollo del marxismo es hoy la condición decisiva para la organizació política, económica, social y cultural de sectores crecientes de masa sobre la vía de la revolución proletaria mundial. Esto significa también reapropiarse orgánicamente de las contribuciones y de las indicaciones de Gramsci, que puso las bases, a actualizar adecuadamente, para una correcta interpretación en el plano económico, político y cultural de las características nacionales y de la historia de Italia.
Es necesario poner en primer plano el trabajo por la construcción de las condiciones subjetivas para una intervención en la clase obrera y en los sectores bajos e intermedios de la pequeña burguesía según un plano y un preciso enfoque capaces de dar vida a un bloque popular y a un frente popular para una Nueva Resistencia y para la reapertura del curso de la revolución popular y antifascista, con el fin de afirmar un Nuevo Estado de Democracia Popular para la transición al socialismo.
Al interior del bando de la extrema izquierda, del sindicalismo alternativo y de los movimientos de oposición, es por tanto necesario contrastar el reformismo y el revisionismo, el economicismo y el movimientismo, la subvaloración y la negación del fascismo y del carácter interimperialista de la guerra en Ucrania, el rechazo de la estrategia de la revolución de democracia popular y la política de oscurecimiento de las luchas revolucionarias y de las guerras populares de los pueblos oprimidos por la Nueva Democracia dirigida por los maoístas.
CONTRA EL FASCISMO, EL REVISIONISMO Y EL OPORTUNISMO
UNIRSE BAJO LA BANDERA DEL MAOÍSMO
APOYAMOS LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DE LOS PARTIDOS MAOÍSTAS
NUEVA HEGEMONÍA