El tema de la autodeterminación de las diversas poblaciones que componen Ucrania es hoy culturalmente y políticamente utilizado e instrumentalizado por la lucha entre las varias potencias imperialistas, en primer lugar EE.UU, Rusia y China, por una nueva repartición del mundo.
El hecho de que estas mismas poblaciones se ilusionen con poder escapar de la opresión nacional lanzándose servilmente a las manos de una u otra formación imperialista es un lado trágico que testimonia como no están presentes fuerzas efectivamente progresistas, democráticas y proletarias capaces de ejercer una hegemonía y de desarrollar una guerra popular de liberación nacional por la independencia y el socialismo.
El reconocimiento formal de Donbás por parte de la Rusia imperialista, que representó de hecho el anuncio de la invasión de Ucrania, se configura entonces como una anexión a la misma Rusia y testimonia el final de cualquier prospectiva de efectiva autodeterminación.
El aspecto principal de un conflicto, que amenaza seriamente con desencadenar una III guerra mundial, es la colisión inter-imperialista. Esto significa que el hecho de que una formación ya sea a la ofensiva u otra cosa, por así decirlo, tácticamente a la defensiva no puede volverse un pretexto para sostener tesis como aquellas por las cuales el principal enemigo de la paz en el mundo sería solo EE.UU y no en cambio el imperialismo en su conjunto.
La guerra que se preanuncia cada vez más próxima no sigue el modelo de la II guerra mundial, sino el de la primera.
Como en la I guerra mundial, se debe comenzar a decir que si la lucha debe ser contemporáneamente contra todas las formaciones imperialistas, todas de hecho igualmente reaccionarias y, al menos tendencialmente, fascistas, la cuestión principal se juega sin embargo respecto a la relación con el propio país. Se decía y se debe decir también hoy que el “enemigo principal está en el interior del propio país”.
El imperialismo italiano es en conjunto un imperialismo marginal y un imperialismo agresivo y servil, o sea que busca siempre moverse bajo la protección de los imperialismos más fuertes, como Alemania antes de la I guerra mundial y después los EE.UU, para ganarse un “lugar en el sol”
Un imperialismo así hoy está ocupado, también en proporción a la escala miserable que lo caracteriza, en cualquier parte que sea posible luchar para adquirir nuovas zonas de influencia, para arrancar pedidos bélicos y abrir el camino a la penetración de las propias empresas financieras, industriales y comerciales, de los propios “centros educativos y de formación”, de las propias “cooperativas internacionales” y de las propias ONG.
Por tanto está empeñado a gastar una cuota cada vez más relevante del gasto público en nuevos armamentos en las empresas militares en el exterior. Está además presente en varias guerras locales y participa en las maniobras militares que se desarrollan en vista de un futuro conflicto bélico. También en modo servil el imperialismo norteamericano está ocupado, en primer lugar con la OTAN, en la actual fase de la preparación del conflicto con el imperialismo ruso y el socialimperialismo chino, este último aliado cada vez más próximo a Putin.
El imperialismo italiano y por tanto sus medios de difusión, sus partidos de poder, los sindicatos confederales, el llamado sin ánimo de lucro y gran parte de las llamadas fuerzas pacifistas que quisieran resucitar un “movimiento por la paz” cada vez más aplastado sobre las propias políticas y finalidades, sostienen la política de expansión y penetración del imperialismo occidental y de la OTAN al este, llegando a ocultar los crímenes que los nazis ucranianos (a menudo integrados también por organizaciones fascistas de varios países europeos presentes en “misión” de adiestramiento), financiados por EE.UU y Europa, perpetran en Ucrania dañando las poblaciones de lengua madre rusa.
Hoy es necesario un nuevo movimiento contra la guerra que, por un lado se oponga a todos los imperialismos denunciando sus responsabilidades en los preparativos de la guerra y por otro, se oponga al imperialismo italiano.
La pandemia que se prolonga ya desde hace más de dos años representó también una experimentación a escala vasta de métodos de demolición de las libertades civiles y de control generalizado que hoy, justamente gracias a este periodo de puesta a punto, pueden ser retomados y sancionados en el giro de poquísimos días. De este modo se prepararon dispositivos jurídicos, estructuras organizativas, recursos políticos-militares, centros de propaganda, etc., que hacen posible, por primera vez después de la II guerra mundial, una gestión en el frente interno, en términos de un estado de asedio militar y fascista, de un eventual conflicto bélico inter-imperialista en Europa.
Esto significa que la lucha contra la guerra del imperialismo, por ser efectivamente una iniciativa concreta, capaz de movilizar para una acción política eficaz millones de hombres pertenecientes al proletariado, a las masas populares, a los pequeños intelectuales, etc., debe hoy conjugar la lucha contra la guerra con la lucha contra el fascismo que se está propagando en la sociedad y en las transformaciones institucionales cada vez más basadas en la destitución de las instituciones representativas y en la concentración corporativa de los poderes económicos, políticos y militares en las manos del Capitalismo Monopolista de Estado público y privado.
Hablar de la necesidad de preparar la transformación de la guerra imperialista en guerra civil es una fórmula vacía y desordenada si no somos capaces de poner hoy el problema de la lucha contra la guerra, contra el fascismo y por la independencia nacional.
En el primer caso se trata de llevar a cabo un proceso de democratización del Estado y de la sociedad italiana, con la construcción de asociaciones y fuerzas populares antifascistas adecuadamente adiestradas y equipadas en el plano militar, capaces de oponer una barrera efectiva al fascismo. En el segundo caso, es necesario llevar a cabo un distanciamiento en el plano político-militar, de los EE.UU, de la OTAN y de las otras potencias imperialistas europeas con relativa rotura de todas las alianzas y el cierre de todas las bases militares extranjeras. La lucha por un gobierno de frente popular, capaz en primer lugar de dirigir en modo centralizado y poner en marcha tales medidas y, en segundo lugar, de iniciar a razonar sobre las condiciones de vida y de trabajo cada vez más críticas de la clase obrera y de las masas populares, está por tanto necesariamente en el orden del día.
CONTRA CADA PACIFISMO HIPÓCRITA Y ENVILECIDO: NO AL PACIFISMO DE ESTADO
CONTRA EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO, RUSO, CHINO, EUROPEO: NO AL BANDO DE UNA U OTRA POTENCIA IMPERIALISTA
CONTRA EL IMPERIALISMO ITALIANO: GOBIERNO DE FRENTE POPULAR PARA CONSTRUIR LA OPOSICIÓN AL FASCISMO E IMPONER LA INDEPENDENCIA NACIONAL
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